Al carecer de sujeción al hueso, estos aparatos experimentan una cierta movilidad al comer, sobre todo el inferior, que es fácilmente desplazado por la lengua incluso al hablar, debido a que con él no se consigue un efecto de ventosa como el que proporciona el paladar al aparato superior. Así, cuando se muerde de un lado, tienden a levantarse del otro, por lo que Vd. deberá aprender a masticar con los dos lados a la vez.
Una limitación estética, derivada de esta inestabilidad, es que con prótesis completas los dientes anteriores y superiores no siempre pueden «montar» sobre los anteriores e inferiores, como normalmente ocurre en la dentición natural, sino que los bordes cortantes en estas situaciones tienen que estar a la misma altura que la cara triturante del resto de los dientes; por eso, cuando existen dientes naturales anteriores e inferiores, los dientes de la prótesis superior suelen ser más cortos que sus dientes originales, y al quedar ocultos bajo el labio simulan una mayor edad que con los dientes naturales.
Con el tiempo, el hueso sobre el que se apoyan los aparatos de prótesis cambia de forma, por lo que éstos se aflojarán y podrán producir molestias o ulceraciones que requieren la adaptación por el dentista, y la sustitución, al cabo de un tiempo variable, por otros nuevas.