La prótesis fija es una de las prótesis más cómodas, mejor toleradas y que menos problemas produce, aunque no siempre es posible realizarla y, además, es más costosa que la prótesis removible. Proporciona una masticación casi natural, y un habla y una estética muy adecuadas, aunque no permite cerrar los espacios que pudieran haberse creado entre los dientes cuando han menguado las encías, por cuyos espacios, igual que en condiciones análogas con los dientes naturales, al hablar se puede escapar algo de saliva y de aire, produciendo un cierto «ceceo».
Aventaja a la prótesis removible en que no hay que retirarla de la boca para limpiarla, ni tampoco se mueve, pero exige más cuidado en la higiene dental diaria, y una vigilancia más frecuente por el dentista.
Con el tiempo, el proceso de atrofia natural de los huesos maxilares y de las encías deja a la vista las «juntas» o interfases entre dientes y fundas, con lo que estéticamente se van volviendo inaceptables y pueden necesitar su reemplazamiento.
Otras causas que pueden hacer necesaria su sustitución son:
- Algunas lesiones irrecuperables en los dientes de sujeción o pilares, que obligarán a extraerlos.
- Los cambios en la forma de los maxilares y en la posición de los dientes naturales, que normalmente acontecen a lo largo de la vida, cuando alteran el engranaje entre las arcadas superior e inferior y producen una pérdida de función.